En
el parabrisas, una nota con caligrafía infantil explicaba los motivos del
accidente. “He roto sin querer su cristal. Soy Alejandro. Disculpe”. Y
justo debajo, escribía los teléfonos de sus padres, para q en el taller les
pudieran localizar
Alejandro
es un niño de 12 años q esa tarde volvía de clase, acompañado de un amigo,
y dándole patadas a una piedra cuando, involuntariamente, la lanzó contra
el cristal del coche. La consecuencia de su acto, el ruido y los cristales
rotos, asustó a los niños q fueron a casa de uno de ellos para contar lo
sucedido. Ya allí, más tranquilos, la madre de Alejandro le dijo q tenía q
asumir las consecuencias de lo q había hecho
Así
q el pequeño, consciente de la responsabilidad, cogió una hoja de su
cuaderno, escribió sus disculpas y las dejó sobre el parabrisas del coche.
Es la primera vez q le pasa algo así, reconoce su madre. Sin embargo, lo ha
sabido gestionar. Un gesto de civismo y educación q sirve de ejemplo a niños y
mayores