Cuando contemplamos los cuadros del
pintor John Contestable (1776-1837), autoproclamado “el hombre de las nubes”,
éstas parecen etéreas, como si fueran retazos de algodón suspendidos en el
cielo. Pero la verdad es muy diferente: las nubes, q se forman a partir de la condensación
de vapor de aire de la atmósfera, no son tan ligeras como pudiera pensarse a
priori, sino q son verdaderos contenedores de agua q pueden llegar a pesar
toneladas
De hecho, fue un contemporáneo de
Constable, el farmacéutico inglés y apasionado de la meteorología Luke
Howard (1772-1864), quien decidió dar nombre a los diferentes tipos
de nubes, q dependen de su constitución interna (lluvia, nieve,
granizo y lluvia helada) y de su género (dimensiones y desarrollo
vertical). Así, este científico llamó “cúmulos” (montón) a las nubes
algodonosas y de bordes definidos q recuerdan a una coliflor; “estratos” a las
q forman capas; “cirros” (rizos) a las q tienen aspecto de filamentos delgados
y largos; y, x último, Howard bautizó con el nombre de “nimbos” (del latín
nimbus, lluvia) a las nubes grises q traen la lluvia
Cuando se desea calcular el peso
de una nube, lo primero q hay q hacer es conocer su densidad. Los
meteorólogos señalan q una nube media, tipo cúmulo, tiene una densidad
aproximada de medio gramo x metro cúbico
A continuación, hay q deducir cuál es
su volumen. Para ello, los especialistas miden la sombra de esta, con la ayuda
de un odómetro, justo cuando el sol está sobre ella. En el caso de un
cúmulo medio, q tenga una longitud de un kilómetro de largo, y dado q
consideramos q tiene una forma cúbica, tendría un kilómetro de altura. En este
ejemplo, el volumen del cúmulo sería, aproximadamente, 1.000 millones de metros
cúbicos
Teniendo densidad y volumen podemos
precisar el peso y la cantidad de agua q alberga la nube, q en nuestro caso
sería 500.000 kilos. En otras palabras, cuando miramos hacía arriba y
vemos una nube blanca, algodonosa, de bordes definidos, tenemos unas
quinientas toneladas de agua sobre nuestra cabeza
Evidentemente, hay nubes con más o
menos cantidad de agua y de tamaños muy variables, pero quizás la idea es q el
peso de una nube es muy elevado. Para facilitar las cosas, los científicos
decidieron utilizar una medida muy gráfica: los elefantes
El peso de un elefante medio es de
unas 6 toneladas, x lo q la nube de nuestro ejemplo pesa unos 83 elefantes. Si
el cálculo se hubiera realizado en una nube negra de tormenta, el resultado
sería todavía más elevado: ¡¡¡200.000 elefantes!!!
Este dato tan abrumador nos lleva a
plantearnos, de forma inmediata, cómo es posible q la nube, con todo ese peso,
pueda flotar en el aire. Y la respuesta es q puede levitar debido a q su
peso está distribuido en una gran cantidad de pequeñas gotas de agua de
unos 0,2 mm de anchura y pequeñísimos cristales de hielo a lo largo de una
superficie muy extensa
Quizás a partir de ahora, cuando
contemplemos n nubarrón lo veamos con otros ojos, es posible q en lugar de ver
una amalgama de algodón imaginemos decenas de elefantes suspendidos en el aire…