miércoles, 13 de septiembre de 2017

CiBoRGS, PRóXiMa PaRaDa eN La eVoLuCióN…


Nacemos sin saber hablar ni andar. En los primeros días de vida vemos poco más q sombras borrosas, oímos sonidos ininteligibles y necesitamos estar cerca de la teta materna xq la vida nos va en ello. La cosa no mejora mucho con el paso del tiempo, ya q hay longitudes de onda de luz y sonido q los órganos sensoriales humanos no pueden captar: apenas percibimos un 5% de las señales q nos rodean

Ésa es una de las razones x las q existe una creciente comunidad global q comparten sus ideas y proyectos, los denominados grinders, tecnófilos dispuestos a modificar su cuerpo para tener visión nocturna, implantarse imanes en la punta de los dedos o introducir quirúrgicamente un vibrador en la base del pene (se llama “Lovetron 9000”). También existen casos más relevantes, como el del británico Neil Harbisson, un artista incapaz de distinguir los colores x una enfermedad pero q, tras instalarse una antena auditiva conectada al cerebro, puede diferenciarlos a través del sonido. Es la primera persona reconocida como ciborg x un gobierno

Desde hace 20 años, científicos más ambiciosos pretenden, en última instancia, modificar la obsolescencia programada a la q nos aboca nuestra birria de cuerpos. Al vicerrector de Investigación de la Universidad de Coventry (Reino Unido), especializado en cibernética y obsesionado con el tema, se le conoce también como Captain Cyborg o Mr. Chip. En 1998 fue el primer humano en implantarse en el antebrazo un pequeño transmisor de radiofrecuencia, con el q podía controlar las puertas, la temperatura y las luces de los despachos del departamento de la facultad donde desarrolló sus primeras investigaciones

En su siguiente experimento, en el q también se utilizó a sí mismo como conejillo de indias, dos neurocirujanos le implantaron cien electrodos en las fibras nerviosas del brazo izquierdo. Después, se conectó a un ordenador a través de una interfaz neuronal, capaz de controlar las señales nerviosas q iban desde su cerebro hasta su extremidad, recibiéndolas y transmitiéndolas como ondas de radio. Eso le permitió mover una silla de ruedas y un brazo artificial al otro lado del Atlántico. Incluso le implantó a su mujer un mecanismo similar para poder comunicarse a través de una especie de código morse telepático

En los últimos años, el biohacking se ha convertido en una subcultura en la q conviven (y a veces chocan) dos corrientes principales. X un lado están los q se centran en la ciencia ciudadana, en proyectos q van de la edición genética a la fabricación de tejido vivo con impresoras 3D y el abaratamiento de procedimientos médicos de alto coste. X otro lado estarían los mencionados grinders, gente encantada con la idea de insertar en su propio cuerpo microchips y gadgets. Este colectivo, se centra en reemplazar biología con tecnología. Más q reparar o reemplazar órganos biológicos con más de lo mismo, los biohackers tecnológicos están más interesados en la integración hombre-máquina, y quizá en último extremo, en la completa eliminación de la biología de la ecuación


Esta integración entre el metal y la carne, el hardware y el cuerpo humano, es algo q provoca una mezcla de fascinación, grima y desconfianza, además de un buen puñado de dilemas éticos. Y en ésas está, intentando llegar a controlar la tecnología a través del pensamiento, tener la posibilidad de extender el sistema nervioso x la red, lo q quiere decir q tu cerebro y tu cuerpo no necesitan estar en el mismo sitio. 2017 está dejando claro q sólo es cuestión de tiempo q vivamos en una distopía futurista, así q, ¿xq negarnos el espectáculo de ver cómo nos convertirnos en ciborgs? Yo voy a ir comprando las palomitas