Sonó el despertador, nos duchamos,
preparamos el desayuno (al mejor estilo buffet de un hotel de tres estrellas de
la costa Mediterránea, jejeje) y fuimos a buscar a Raulito, q llegaba a la
ciudad en su mejor compañera de viaje, la “Partner”. No sabíamos dónde estaba,
pero entre pitos y flautas, ahí apareció a 26 km/h x una de las calles de
Cuenca. ¡Q ilusión fue poder verle! Seguía igual q siempre, jajaja
Cuando consiguió aparcar la “frago”,
comenzamos a caminar, destino, la plaza mayor de Cuenca. X el paseo al lado de
la hoz del río Huécar conocimos a José Bustamante, el gorrilla del aparcamiento
q hay en las proximidades. Lauris se hizo muy amigo de él xq le dijo q acababa
de ser abuelo y le dio la enhorabuena, acto seguido le dio la mano y le pidió
unos céntimos, como no se los concedió, marchó jurando en hebreo… Ains esta
Lauris…
Raulito fue nuestro guía en esos
primeros momentos, ya q él ya había ido a visitar la ciudad, y nos llevó hasta
la mismísima plaza Mayor. El tiempo nos estaba acompañando, ya q aunque
estuviera nublado, no llovía nada. Llegamos a la plaza del Obispo Valero, con
la estatua ecuestre de Alfonso VIII, liberador de la ciudad. La catedral estaba
a escasos metros de ahí, y después de hacerle como 60 fotografías, nos metimos
dentro para poder visitarla. Cogimos la entrada con visita al triforio. Nos llevó
buena parte de la mañana poder visitarla, pero durante esta visita, pudimos
hacer un montón de fotografías desde los miradores. Cuenca es una ciudad
preciosa q merece la pena ser visitada. Me alegra mucho poder haber ido y
tacharla de mi lista de ciudades pendientes
Cuando salimos de allí comenzó una de
las tareas más complicadas, buscar lugar para poder comer. Comenzamos subiendo
hasta el barrio del castillo, pero mientras íbamos descubriendo más lugares con
encanto en la ciudad, el tiempo se nos iba acechando xq eran cerca de las
15:30h… Al final, terminamos comiendo en el restaurante “La Mangana”, en la
misma plaza mayor, donde degustamos un montón de raciones de platos típicos de
Cuenca. (Como hablar ahora de ello se me va a hacer muy extenso, le dedicaré
una entrada en exclusiva a ese momento)
Uno de nuestros peores presagios se
hizo realidad, la lluvia hizo acto de presencia, y todos, salvo Antonio y yo,
iban preparados con paraguas. Ahora nosotros dos podemos decir q tenemos un
recuerdo único y muy útil de esta ciudad, un paraguas comprado en una de las
tiendas de recuerdos de al lado del restaurante, jajaja, y menos mal q lo
compramos, xq hubiéramos terminado bien pasaditos x agua, xq se puso a jarrear
agua como si no estuviera escrito. Menos mal q la nube pasó y aunque siguiera
lloviendo débilmente, nos dio tregua para poder visitar otros rincones de la
ciudad
Uno de los q más nos gustó a todos fue
el museo del arte abstracto español, el primero en España. El lugar elegido
entonces, el interior de las casas colgantes, un gran acierto. Allí pudimos
contemplar obras de artistas como Fernando Zóbel (creador del museo), Gustavo
Tórner, Eusebio Sempere, Manuel Miralles y Eduardo Chillida, entre otros. Aquí
disfrutamos de obras como verde, negro, amarillo y circunferencia roja o tela
de saco millones vale… Lo mejor también, el artesonado original de la casa
junto con algunos murales de las paredes y de las vistas del río Huécar desde
los grandes ventanales de las casas colgadas. Visita obligada y muy
recomendable
Al salir del museo, nuevamente el agua
sobre nuestras cabezas… Un paseo con los paraguas sobre la lluvia y cruzando el
puente de San Pablo hizo todas las delicias de los seftarios. Desde allí
pudimos tomar la fotografía más famosa de la ciudad de Cuenca y sus casas
colgadas. Precioso, no tengo palabras…
Como habíamos decidido realizar una
ruta nocturna de la ciudad a las 20h de la tarde, decidimos apostar x ir a
tomar algo mientras. El lugar elegido estaba muy escondido, pero gracias a Jorge
y Laura, q nos metieron x un callejón con escaleras hacía abajo, sacado de los
peores barrios londinenses del siglo XIX, descubrimos una calle muy chula con
muchos bares. Un poco de cerveza o Resolí para el cuerpo, para poder secarnos y
descansar antes de la ruta, nos vino genial
Al llegar la hora de la ruta nocturna,
nos acercamos hasta el arco del ayuntamiento, donde tenía previsto comenzar la
visita. Diego fue nuestro guía, un tío muy simpático y dicharachero q nos hizo
muy ameno todo el trayecto. Lo recomiendo 100%, ya q nos descubrió lugares
únicos y no me dio mi premio x acertar las 4 capitales menos pobladas de
España, jajaja. No se si los habitantes de Cuenca hablaran como él, pero el
acento q tenía era muy gracioso. Nos contó alguna q otra leyenda, como la de
los ojos de la mora… No supimos el verdadero relato, así q guardaremos en
nuestras mentes, la preciosa historia de los amantes cristianos y judíos. Otra
de las curiosidades fue la q nos contó sobre el puente de San Pablo, q fueron necesarios 16 barrenos de dinamita
para derribarlo, y no cayó a la primera… Pero años después, debido a esas
consecuencias, la torre de la catedral se desplomó…
Tras la visita nocturna guiada y de nuevo los
chubascos, nos fuimos caminando lentamente hacia casa… EN el camino, nos
topamos con un sapo, y Raulito, como buen ambientólogo q es, lo cogió y le
ayudo a subir las escaleras… A saber cuántas toxinas le dejo en su cuerpo, xq
luego se nos puso expirico al jugar al juego “Martian Dice”… Al final nos
apalancamos en casa y no fuimos a tomar la cerveza al bar “La Grotte”, q tan
buena pinta tenía, con su terraza llena de lucecitas en plan “STranger Things”…
El cansancio pudo con nosotros. X cierto, Lauris, q no quería jugar al juego
fue quien ganó, seguida de Laura y de Puri o viceversa, no recuerdo, jajaja.
Raulito y su afán x querer atropar vacas, pollos y humanos fue atacado vilmente
x multitud de tanques