jueves, 1 de agosto de 2019

ToY SToRY 4…



Woody siempre ha tenido claro cuál es su labor en el mundo y su prioridad: cuidar a su dueño, ya sea Andy o Bonnie. Pero cuando Bonnie añade a Forky, un nuevo juguete de fabricación propia, a su habitación, arranca una nueva aventura que servirá para que los viejos y nuevos amigos le enseñen a Woody lo grande q puede ser el mundo para un juguete

Siempre me ha intrigado q en un mundo actual donde los niños se entretienen con tabletas y sofisticados aparatos conectados a Internet, el de “Toy Story”, esté habitado x modelos del ayer, plástico vintage y artesanía con cuerda, resortes y modestia articulada. La respuesta, madurada película a película, es q esta saga es voluntariamente material de otra época. O q en realidad sucede en un lugar de clasicismo atemporal donde la infancia pasa (muere) mientras los juguetes parecen atrapados en una eternidad sin final q han asumido sin llegar del todo a comprender

“Toy Story 4” es la entrega q más incide en esa irrealidad y en esa deuda con un cine añejo q ha desaparecido del todo de nuestras vidas como algunos de aquellos muñecos q alimentaron nuestra imaginación de pequeños. Ambientada, no x casualidad, en la feria de una población de esa América rural idealizada (inexistente), con una noria q ilumina la noche, con sombras entre las casetas y alegría pasajera, la película es un insólito revival de Carrusel. Una tienda de antigüedades toma el relevo del Purgatorio, y la historia de amor (de lo q hacemos, sacrificamos x tener ese amor) es la q logra q sus inanimados protagonistas se descubran a sí mismos entre slapstick, humor y una serena aceptación de su fin. “Toy Story 4” (q resume las tres anteriores en una fordiana conversación nocturna en una carretera solitaria) se convierte en un emocionante y autorreflexivo epílogo. O en un nuevo comienzo…

Sin palabras, no me esperaba ese final… Primero Bambi y ¿ahora esto? ¡¡¡Woodyyy xq!!! Aunque lo entiendo perfectamente…