viernes, 13 de abril de 2018

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Con más 60 posibles asesinatos a sus espaldas, Lisboa también forma parte de ese club de ciudades q cuenta con uno de esos temibles asesinos q, con solo pronunciar su nombre, atemorizaba a todos, al más puro estilo de “Jack el Destripador” en Londres

Se trata de Diogo Alves, un gallego popularmente conocido como “El asesino del acueducto”, xq asaltaba y robaba a sus víctimas en la pasarela del señorial Acueducto de las Aguas Libres, en 1840, uno de los principales accesos a Lisboa en aquella época. Daba a sus víctimas un golpe en la cabeza, les robaba y luego les tiraba desde arriba del acueducto para simular un suicidio

Lo más sorprendente es q su cabeza se conserva en la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa. Una imagen desconcertante q llama la atención cuando los visitantes entran en su sala anatómica. Allí está, la testa de Alves, conservada en formol y con un color amarillento, intacta y en un tarro a la vista de todos

Al principio, las autoridades confundieron los asesinatos con suicidios, tal y como quería el delincuente, xq el acueducto, con los 65 metros de altura q alcanza en su punto más elevado, era un lugar al q solían acudir quienes querían poner fin a sus vidas. Pero los portugueses pronto se dieron cuenta de q aquella ola de suicidios no era normal y empezó a correr el rumor sobre un asesino en serie llamado Diogo Alves. Aterrorizados, los lisboetas comenzaron a asustarse y se encerraban en sus casas de noche

Natário aseguraba q Alves no cometió todos los asesinatos q popularmente se le atribuyen (más de 60) aunque admitía q sí dio muerte a algunas personas en el acueducto. Se cree q fue el imaginario colectivo el q engordó la historia y le convirtió en un personaje más terrorífico y despiadado de lo q era en realidad

El nombre de Diogo Alves era, no obstante, conocido y temido en toda la capital, hasta q en 1841 fue capturado y ahorcado x las autoridades lusas. Una condena q hacía tiempo qu no se aplicaba en el país

Sorprendentemente no fue juzgado x ninguno de los crímenes q cometió en el acueducto, sino x asaltar y asesinar a un conocido médico y a su familia en su domicilio. Su juicio fue uno de los primeros procesos judiciales mediáticos en la historia del país, dado q hacía años q no se ahorcaba a un delincuente y los lisboetas “necesitaban” q se condenara a alguien a muerte con el fin de dar una lección a los criminales y retomar la seguridad en las calles

Los científicos portugueses de la época no pensaron igual y, asombrados x su crueldad y vileza, decidieron guardar su cabeza en un bote de formol con el fin de estudiarla y analizar las raíces de su maldad. Después de más de 150 años, la cabeza de Diogo Alves se encuentra todavía conservada en un bote en las estanterías de esta Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa

La leyenda del “Asesino del acueducto” fue una de las más populares entre los lisboetas durante décadas. Pero con el paso de los años ha ido perdiendo su impacto y poco a poco cayó en el olvido entre algunos de los habitantes de la capital