Despertamos en la mañana con olor a
especias y anís, el desayuno estaba preparado y nosotros nos dispusimos a
arreglarnos para poder catarlo. Como en la mañana anterior, estaba delicioso, y
esta vez no hice caso a Jess y me comí el “Donuts”, jejeje. El kiwi no lo volví
a probar, después de q se me hinchase la lengua en el día anterior…
Cuando ya nos íbamos a ir del hotel,
el día lloraba, no pudo mantenerse como en la jornada anterior, q estuvo
nublado y con frio… Las opciones q teníamos para hoy eran bien sencillas. Poder
ir hasta Santo Domingo de Silos, para intentar traer hacia nosotros el relax
del monasterio benedictino y poder desconectar de esta ajetreada vida urbanita
q tenemos
Así q después de tropecientos años sin
acudir a una misa en domingo, los cuatro hicimos acto de presencia en ella… La
gracia de poder acudir a esta misa, era xq pensábamos q los monjes nos cantarían
algo en gregoriano… Eso, y q la visita al claustro tan famoso era dentro de una
hora, x lo q debíamos hacer tiempo, y como estaba lloviendo, pues a escuchar al
cura, jejeje. Allí nada de canticos en gregoriano ni nada, eso sí, el cepillo
bien q lo pasaron (gracias Jess x cederme un céntimo)
Se acercaban las 12 del mediodía y con
ella la visita iba a dar comienzo, x lo q nos fuimos hasta allí, junto con un montón
de personas q deseaban visitar el claustro, la botica y el antiguo refectorio.
Es un lugar muy acogedor, con ese solitario ciprés en el interior del claustro.
Sus columnas de caliza, con diferentes capiteles hacen de este conjunto arquitectónico
uno de los mejores conservados del arte románico de Europa. La visita al
laboratorio del boticario junto con la botica y sus cientos de albarelos es de
lo mejor del conjunto, sin obviar el claustro, claro esta
Después pudimos pasear tranquilamente x
el recinto, respirando paz (algún pedete de los míos q tanto gusta a Jess) y haciéndonos
fotos gracias a una pareja q nos hacían posar como si fuéramos estrellas de
revista, jejeje. Tras esto, volvimos al interior de la iglesia, donde a las
13:45 los monjes volvían de nuevo a rezar y a hacer cánticos… (La sexta). La verdad
q estuvieron bien, poder verles mientras dejábamos la mente en blanco, cerrábamos
los ojos y solamente escuchábamos sus dulces voces… (Nos faltó el pulsador como
en “La Voz” para elegir a nuestro monje más erudito)
Para hacer tiempo antes de comer, nos
acercamos hasta el barranco de la Yecla, un lugar curioso de ver, ya q se atraviesa
a través de unas pasarelas desde donde puede contemplarse el curso del río a través
de las estrechas paredes de la montaña. Allí en el agua, vimos muerto a un
pequeño Bambi, q pena nos dio… Nos agrió algo ese momento
Llegó la hora de tener hambre, x lo q
procedimos a comer a un restaurante del pueblo del monasterio. El menú del día
resulto ser bastante económico, unos 11 euros, y pudimos degustar sopa de
cocido y pechugas de pollo para mí, mientras q las chicas decidieron escoger
los espárragos con croquetas caseras. Óscar fue a lo seguro, habas verdes con
tomate (vaya percal con la historia del tomate, para no dormir, jejeje) y
morcilla de Burgos… La comida estaba llegando a su fin, y lo mejor para reposar
de tanta caminata del viaje, fue poder tomarnos un café y planear nuestra próxima
escapada
PD: Un gran finde chicos, me lo pasé
muy bien, ¡lo necesitaba! Y también necesitaba poder ver a Jess coger el coche
de Óscar. ¡Vaya acelerón! Casi tenemos q dar un parte