Con
la muerte de Narciso Chicho Ibáñez Serrador en un hospital de Madrid a los
83 años, desaparece un narrador totémico, un mago de la imagen, un creador q
apostó x una caligrafía cinematográfica en un tiempo de televisión en blanco y
negro física y moralmente. Adelantado a su tiempo, para encontrar referentes
similares hay q salir de España y bucear en el audiovisual mundial. Cuando en
España a principios de los setenta había 37 millones de habitantes, su
concurso “Un, dos, tres… responda otra vez” congregaba a 24 millones
de televidentes. Cuando pocos se atrevían con el cine de terror (q sin embargo
ha tenido una hermosa tradición en España), Ibáñez Serrador dirigió para la
gran pantalla “La residencia” (1969) y “¿Quién puede matar a un
niño?” (1976) y en televisión hizo temblar a varias generaciones con
sus Historias para no dormir. Hace cinco meses, en una entrevista, el
creador contestaba a x q había tenido tanto éxito ese terror durante el
franquismo: “Xq el miedo q te hacía sentir la película era mayor q el q uno
sentía a diario. El miedo en la pantalla siempre es un refugio. Consuela sentir
q hay cosas peores”
Nacido en Montevideo en 1935, hijo de otro
mito, el director teatral y actor Narciso Ibáñez Menta, hombre de voz poderosa
e hipnótica, y de la actriz Pepita Serrador, pronto sintió q heredaría la
pasión familiar. “Mis grandes influencias fueron mis padres, actores teatrales
de gustos muy opuestos, y los libros. Las buenas historias surgen casi todas en
el siglo XIX; x eso yo adapté tanto”, contaba alguien q consideraba a Edgar
Allan Poe su “dios”
En
1972, arrancó “Un, dos, tres... responda otra vez”. “Los programas se
me ocurrían pensando en q era lo q no había. X eso “Un, dos, tres” tenía
de todo: xq entonces en España no había muchas cosas. Era fácil. Lo mejor q
tenía es q era imprevisible. Siempre había algo interrumpiendo y volviendo a
sorprender. Esa era la clave: veías lo q no esperabas ver”. En mitad del éxito,
En 1974, fue nombrado Director de Programas de RTVE. De un plumazo eliminó la
figura del censor y dimitió a las pocas semanas: “Fue un error. La gestión no
es la invención q me motiva”
De
su mente en ebullición nacieron programas como “Waku Waku” (1989), “Hablemos
de sexo” (1990) o “El semáforo” (1994-1997). “No he sido un
privilegiado, he sido una máquina de trabajar muy crítico con lo q he hecho. A
Dios gracias, he filtrado mucho. Eso ha sido importante: primero, xq pude pulir
lo q hice; segundo, xq en lo q dejas de hacer está siempre el futuro”, contaba
a inicios de este año
Y
aparte está su poderosa huella en el cine con “La residencia” (1969) (su
trabajo favorito) y “¿Quién puede matar a un niño?” (1976). “Hice el
cine q me dejaron”, respondía cuando le preguntaban x q solo había filmado dos
películas
Premio
Nacional de Televisión 2010, último Goya de Honor, admirado x las generaciones
posteriores de creadores audiovisuales... Y sin embargo, Ibáñez Serrador se
distanciaba de las alabanzas: “Siempre me negué al título de maestro, me
parecía excesivo. No fui consciente de lo q hacíamos, probablemente xq con el
trabajo estaba cansado”