jueves, 7 de julio de 2016

NueSTRa QueRiDa aMiGa La eMPaNaDa…

Esta es la historia de nuestra empanada. Todo comenzó un día como el de ayer en un supermercado de la capital leonesa llamado “Mercadona”. Cuando salió del horno, fue metida en una bolsa en la q se podía vislumbrar su nombre: Empanada de atún. Yo la vi allí sola en esa estantería con una bonita cartulina de color amarillo intenso en donde se indicaba su valor. No era elevado, en torno a los 5 euros, x lo q me dispuse a hacerme con ella para poder conocerla más…
En el día de hoy, le dije: “Voy a llevarte conmigo”, y así fue. Ni corto ni perezoso, la cogí entre mis brazos y la deposite en el maletero de mi coche. Iba a estar sola durante unas horas, hasta q saliera de trabajar, pero entre las prisas y a q no estoy acostumbrado a llevar compañía en la parte trasera del vehículo, me olvidé de ella allí… Más de 8 horas metida en un maletero q fácilmente alcanzaba los 35ºC… Había alcanzado su tope de madurez, su “doble” horneado
Al abrir el maletero allí estaba, calentita, y dejando un rico olor en la tapicería del coche… Muelis fue la primera en conocerla cuando la pasé a su coche. Después les llegó el turno a Hectoriano y Ross, en la localidad de Montuerto. El día acompañaba, hacía mucho calor, el bochorno ayudaba a ello, x lo q le dijimos a nuestra nueva amiga la empanada, quédate ahí q nosotros nos vamos a meter al agua para refrescarnos y luego comerte, q tendremos mucho más apetito…
Nos miraba atentamente desde aquella sombra de un árbol como nos íbamos metiendo lentamente en esas frías aguas del Curueño. Muelis y Ross se metieron de cuerpo entero, Yo hasta la petrina y Hectoriano con los pantalones “refajaos” solamente hasta las rodillas. Nos salimos y nos fuimos hasta las toallas y a la sombra del árbol q es donde estaba nuestra amiga la empanada
Comenzamos a conocerla mejor, picando de un lado, de otro… En esos momentos también conoció a otra amiga, la tortilla de Montejos, a la morcilla panadera de Cáceres y al lomo de La Bañeza… Pero nos duró poco la charla q teníamos entre ellas xq la tormenta, q amenazaba durante el camino, nos sorprendió con un intenso aguacero… Rápidamente tuvimos q buscar refugio debajo del tejadillo del bar del pueblo, donde, después de la carrera como si de una etapa del Pekin Express se tratara y buscásemos la inmunidad perpetua, nos dimos cuenta q perdimos partes de nuestra amiga la empanada… Ya nunca fue lo mismo la comida allí debajo de aquel tejadillo… La lluvia nos había fastidiado ese momento tan bonito debajo del árbol
Seguía lloviendo, y lloviendo y la empanada y demás amigos nos veían comer los helados derretidos y los cafés con menos leche q hayamos visto en nuestras agitadas vidas… Nos vieron también como “preparábamos” pizzas con unas cartas y más tarde “sushi”… Nos dio x ahí, ya ves… Una tarde de verano enrolados como auténticos maestros de la cocina más divertida

En fin, esperemos q para otro día, nuestra querida amiga empanada pueda disfrutar mucho más de todo un auténtico día de verano leonés en la montaña