Hace algo más de 30 años el pueblo
argentino de Epecuén quedó sumergido bajo las aguas saladas del lago
del mismo nombre obligando a sus habitantes a abandonar sus hogares. Con el
paso de los años el agua comenzó a retirarse dejando un blanco paisaje teñido x
la sal de un agua similar a la del Mar Muerto. Lo q era una próspera ciudad
turística desapareció, y de las casas, hoteles, bares y comercios hoy solo
quedan sus ruinas
Situada a siete kilómetros de Carhué,
la Villa de Epecuén fue fundada en 1921 para albergar el primer balneario sobre
la laguna cuyas aguas tenían un alto nivel de salinidad lo cual generó un
creciente interés medicinal y turístico
Con los años, el lugar denominado “Mar
de Epecuén” creció hasta convertirse en un próspero pueblo con cerca de 1.200
habitantes y unos 25.000 turistas durante el verano. En los años 70 disponía
de más de 6.000 plazas hoteleras y 250 establecimientos comerciales
Un periodo de sequía en los años
ochenta provocó un descenso de las aguas de la laguna. Este hecho preocupó a
los dueños de balnearios, hoteles y comercios q veían peligrar sus negocios. La
“solución” terminaría convirtiéndose en la causa del fin de la ciudad. En los
años 80 comenzaron las obras hidráulicas para estabilizar el caudal
de la laguna pero la llegada de la dictadura militar en Argentina dejó el canal
recolector de agua sin finalizar, hecho q se vio agravado con un período de
fuertes lluvias
A mediados de esta misma década se
intentó solventar el problema levantando un terraplén defensivo de cuatro metros
de altura sobre la costa q resistió los primeros años hasta la terrible crecida
del 10 de noviembre de 1985. El agua entró en Epecuén inundándolo todo y
obligando a la población a abandonar sus casas para siempre
Hacia mediados de 1993 Epecuén aún se
encontraba a siete metros bajo el agua. Gracias a unas obras, para impedir el
ingreso de caudales externos a la laguna, la cota comenzó a descender
lentamente
Un portavoz de Turismo del municipio
de Adolfo Alsina, al q pertenece Epecuén, explicó en una ocasión q la villa “estuvo
veinte años cubierta x las aguas saladas del lago, pero desde hace diez las
sequías facilitaron el retroceso del agua y hace tres el casco de la
ciudad apareció transitable”
Aún hoy es visible el trazado de
las calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y edificios
jalonados x árboles q parecen petrificados x los efectos de la sal. Entre las
ruinas de lo q fue una próspera ciudad turística tan solo un habitante da
testimonio de la vida en Epecuén, Pablo Novak, un anciano q se negó a
dejar la ciudad q le vio crecer. Pasea x sus calles y recuerda con nostalgia
anécdotas de otros tiempos sin duda felices de la Villa de Epecuén