Hace
100 años, un 6 de noviembre de 1919, un científico alemán de nombre Albert
Einstein comenzó a hacerse famoso. Ese día, las conclusiones de un
encuentro conjunto de la Royal Society de Londres y la Royal Astronomical
Society convirtieron al q había sido un empleado de una oficina de patentes en
una figura de fama mundial. El tiempo le convertiría en icono de la ciencia y
del siglo XX
Pero
vayamos x partes. Se puede decir q el luminoso ascenso de Einstein ocurrió
gracias a seis minutos y 50,75 segundos de oscuridad. Más en concreto, a la
sombra arrojada x un eclipse solar total, ocurrido el 29 de mayo de 1919,
y q llevó a un grupo de astrónomos británicos a internarse en la isla africana
de Príncipe y en las cercanías de Sobral, en Brasil. Allí fue donde los
investigadores sir Frank Watson Dyson y sir Arthur Stanley Eddington pudieron
aprovechar q el disco lunar hizo de “visera” con la q tapar la luz de nuestra
estrella, y así medir la posición de una serie de estrellas situadas detrás
Los
cálculos posteriores revelaron q en la cercanía del Sol, las estrellas se
desviaban de su posición habitual en una quincuagésima parte de milímetro. Esta
discrepancia, x otra parte, una seña de calidad del trabajo de los astrónomos,
coincidió con lo predicho x la Relatividad General, de Albert Einstein: sus
ecuaciones permitieron adelantar q la inmensa masa del Sol sería
suficiente para doblar un rayo de luz, mínimamente, y desviar la imagen situada
más atrás
Así
q aquel 6 día de noviembre de hace un siglo los científicos publicaron nada más
y nada menos q la primera demostración experimental q confirmaba la
Relatividad General, un marco teórico y matemático q dibujaba un nuevo
universo, uno donde el espacio-tiempo se curva y es relativo, la masa y la
energía son equivalentes y los fotones son a la vez partículas y ondas. Desde
aquel momento, el marco físico de Isaac Newton se hizo insuficiente para
explicar el comportamiento de las masas más inmensas. Quedaba atrás un mundo
dominado x la armoniosa Mecánica; a partir de entonces, y a la vez q se
consolidaba la Mecánica Cuántica, comenzó a nacer un mundo caótico e indescifrable
donde el humano se siente pequeño. Uno donde caben un Big Bang y miles de
millones de galaxias
Al
día siguiente, los periódicos, en una época más espléndida q la actual,
catapultaron al físico alemán hacia la celebridad: “Revolución en la
ciencia”, tituló el “Times”, de Londres, “Las ideas de Newton, derrocadas”,
prosiguió. Unos días después, al otro lado del Atlántico, “The New York Times”
titulaba: “La luz, torcida en los cielos”. Un poco más abajo, tal como ha
recogido “Smithsonian.org”, el venerable periódico continuaba: “Las estrellas
no son lo q parecían, o se calculó q eran, pero q nadie se preocupe”
A
partir de ese momento ocurrió un milagro, o como un científico diría, algo
extremadamente improbable: medio mundo, desde los conductores a los camareros,
empezó a opinar sobre la validez de Relatividad o a rezongar sobre quién era
capaz de comprenderla. En 1921 los periodistas se repartían codazos en Nueva
Jersey para subir a bordo del buque “Rotterdam” y tener unos minutos para
entrevistar al científico
Los
historiadores no se han puesto de acuerdo en xq Einstein se convirtió en una
estrella de tal esplendor. Tal como discute Dan Falk en “Smithsonian.org”, se
ha argumentado q un mundo recién salido de una guerra horrenda “estaba
desesperado x algo edificante, algo q se elevara x encima del nacionalismo y de
la política”
X
entonces, casi no había científicos famosos, con la excepción de la doblemente
laureada Marie Curie o del propio Sir Arthur Eddington. Curiosamente, la
aparente imposibilidad de q los “sencillos mortales” comprendieran la
Relatividad hizo abrillantar su encanto
“Al
final, la "incomprensibilidad" de la teoría de Einstein se convirtió
en su punto fuerte”, escribe Falk: «La multitud permaneció siguiendo a
Einstein, pero quizás no para comprender el espacio-tiempo curvado, sino para
estar en la presencia de alguien q aparentemente sí q comprendía esa
elevada materia”
De
hecho, en opinión de Marcia Bartusiak, profesora del Instituto Tecnológico
de Massachusetts y estudiosa de la Relatividad, Einstein puede verse como el
equivalente moderno al chamán q deslumbraba a nuestros antepasados del
Paleolítico. Un chamán “supuestamente tiene una idea de cuál es el propósito y
la naturaleza del Universo”, explica en “Smithsonian.com” “Desde tiempos
inmemoriales ha habido una fascinación hacia las personas q crees q tienen un
conocimiento secreto de cómo funciona el mundo. Y Einstein es quien mejor lo
simboliza”
También
pudo ayudar el hecho de q Einstein fuera de todo menos el típico académico:
llevaba el pelo alborotado, sandalias y calcetines y era conocido x su
jovialidad, su mirada profunda y su inglés mal chapurreado. En parte gracias a
todo eso, los periódicos hicieron de él una estrella o, como él mismo dijo, “un
modelo para fotógrafos”
Hoy,
cien años después, “Einstein y su trabajo siguen atrayendo mucha atención”, en
opinión de Buchwald. Los científicos continúan estudiándolo y el interés sigue
intacto entre el público general, x lo q, cuando aparece un nuevo volumen de
las cartas de Einstein, “biógrafos, historiadores y periodistas con frecuencia
tienen q enmendar las visiones establecidas sobre Einstein” y la imagen del
científico y sus contemporáneos “cambia de forma bastante significativa”
La
Relatividad de Einstein es una reformulación y un replanteamiento de los
fundamentos de la Física. Como él dijo, una creación de la mente humana, basada
en fenómenos, cálculos y datos experimentales. Gracias a eso, la ciencia sigue
avanzando. El gran sueño de Einstein, el de crear una teoría unificada para
incorporar la gravitación, la Relatividad y la Mecánica Cuántica, no ha sido
posible todavía. Pero sus predicciones, algunas de la cuales ni siquiera él
pensaba q se pudieran comprobar x medio de experimentos, se han podido
demostrar. Así ha sido cómo se ha comprobado la existencia de las lentes y las
ondas gravitacionales. En definitiva, gracias a Einstein sabemos el enorme
poder q tiene un simple rayo de luz