Corría
el año 1771 cuando Carlos III fundó el Real Gabinete
de Historia Natural. Este sería el germen de lo q hoy es el Museo Nacional
de Ciencias Naturales (MNCN), donde actualmente se custodian más de
diez millones de piezas de 350.000 especies animales distintas. Desde
entonces han pasado algunos periodos de esplendor, como su primera etapa con el
rey ilustrado y la inestimable ayuda del famoso naturalista Pedro Franco
Dávila; aunque sus moradores afirman q han sido muchos más los periodos
oscuros, sobre todo las épocas de guerra y la segunda mitad del siglo XX
Aún
con todo, el MNCN sigue vivo, y muestra de ello es el nuevo libro “Las
Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Investigación y
Patrimonio”. La nueva publicación se edita con la intención de dar a conocer el
rico tesoro q albergan las viejas paredes del edificio de la calle José
Gutiérrez Abascal y q la mayoría de las veces es un gran desconocido para el
gran público, incluso para el q lo visita de forma regular. Con motivo de la
presentación, se llevó a cabo una jornada de puertas abiertas en las q los
principales responsables de las colecciones dieron a conocer las “joyas ocultas”
de uno de los mejores museos de ciencias naturales del mundo
Pero
si hay algo q pasa totalmente desapercibido x su aparente simpleza son
las etiquetas q acompañan a las piezas. Pequeños trozos rectangulares
de papel q en muchos casos están escritos hace más de un siglo de puño y letra
de reputadas personalidades científicas, como el mismo Poey o los científicos
de la Exploración Científica al Pacífico, una ambiciosa empresa
encomendada x Isabel II entre 1862 y 1865 q consiguió recolectar más
de 80.000 muestras americanas q acabaron en Madrid y aún hoy se encuentran en
la colección
“X
ejemplo (dice Barreiro mientras muestra un ave disecada de la colección
científica), esta se recolectó en Linares de Riofrío, Salamanca, en junio
del 36 y aquí está su etiqueta con toda la información. Después de eso,
entró en el museo, donde le pusieron una nueva etiqueta q refleja dónde la
colocaron. A finales de los 70 se hizo otro inventario y también se sumó una
nueva etiqueta. Y en el 84 se comenzó el inventario actual, y aquí está su
respectivo papel. Así sabes perfectamente la vida q ha llevado”. En los últimos
años se está llevando a cabo una identificación grafológica de las etiquetas
más antiguas para extraer aún más información de los millones de piezas q
atesoran los muros del MNCN. “Joyas ocultas” de la naturaleza q aún hoy, e
incluso cientos de años después de su muerte, nos siguen revelando secretos