viernes, 6 de marzo de 2020

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Corría el año 1771 cuando Carlos III fundó el Real Gabinete de Historia Natural. Este sería el germen de lo q hoy es el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), donde actualmente se custodian más de diez millones de piezas de 350.000 especies animales distintas. Desde entonces han pasado algunos periodos de esplendor, como su primera etapa con el rey ilustrado y la inestimable ayuda del famoso naturalista Pedro Franco Dávila; aunque sus moradores afirman q han sido muchos más los periodos oscuros, sobre todo las épocas de guerra y la segunda mitad del siglo XX

Aún con todo, el MNCN sigue vivo, y muestra de ello es el nuevo libro “Las Colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Investigación y Patrimonio”. La nueva publicación se edita con la intención de dar a conocer el rico tesoro q albergan las viejas paredes del edificio de la calle José Gutiérrez Abascal y q la mayoría de las veces es un gran desconocido para el gran público, incluso para el q lo visita de forma regular. Con motivo de la presentación, se llevó a cabo una jornada de puertas abiertas en las q los principales responsables de las colecciones dieron a conocer las “joyas ocultas” de uno de los mejores museos de ciencias naturales del mundo

Pero si hay algo q pasa totalmente desapercibido x su aparente simpleza son las etiquetas q acompañan a las piezas. Pequeños trozos rectangulares de papel q en muchos casos están escritos hace más de un siglo de puño y letra de reputadas personalidades científicas, como el mismo Poey o los científicos de la Exploración Científica al Pacífico, una ambiciosa empresa encomendada x Isabel II entre 1862 y 1865 q consiguió recolectar más de 80.000 muestras americanas q acabaron en Madrid y aún hoy se encuentran en la colección

“X ejemplo (dice Barreiro mientras muestra un ave disecada de la colección científica), esta se recolectó en Linares de Riofrío, Salamanca, en junio del 36 y aquí está su etiqueta con toda la información. Después de eso, entró en el museo, donde le pusieron una nueva etiqueta q refleja dónde la colocaron. A finales de los 70 se hizo otro inventario y también se sumó una nueva etiqueta. Y en el 84 se comenzó el inventario actual, y aquí está su respectivo papel. Así sabes perfectamente la vida q ha llevado”. En los últimos años se está llevando a cabo una identificación grafológica de las etiquetas más antiguas para extraer aún más información de los millones de piezas q atesoran los muros del MNCN. “Joyas ocultas” de la naturaleza q aún hoy, e incluso cientos de años después de su muerte, nos siguen revelando secretos