El
cerebro humano está trabajando constantemente en evaluar el entorno, incluso
cuando no nos damos cuenta. Solo con echar un vistazo a un rostro puede
concluir si una persona está enfadada o triste o si supone una amenaza para
nosotros. Además, constantemente recurre a heurísticos, simplificaciones y
aproximaciones para responder de forma rápida y automática a cuestiones q, en
realidad, son mucho más complejas: x ejemplo, es posible q decidamos votar a un
partido y no a otro en función de lo bien q nos caigan los políticos de ese
partido, o bien pensaremos q somos más felices si lo último q me han preguntado
es si he tenido muchas citas este mes, y mi respuesta ha sido q sí (si ha sido
q no, nos sentiremos más pesimistas). Tal como aborda el Nobel Daniel
Kahneman en su libro “Pensar rápido, pensar despacio”, sacar conclusiones
rápidas puede ser útil, si vemos a alguien con cara de malas intenciones antes
de q se acerque a nosotros, pero también nos puede llevar a equivocarnos: el
mejor partido no tiene x q ser aquel en el q estén las personas q nos caen
mejor
Teniendo
en cuenta esto, no será muy sorprendente q algo tan cotidiano como la ropa con
q nos vestimos lleve a los demás a sacar conclusiones precipitadas y
automáticas sobre nuestro estatus o nuestras capacidades. En 2015, una
investigación publicada en “Sex Roles” mostró q las mujeres q visten de
modo más sugerente son percibidas, tanto x hombres como x mujeres, como
menos capaces q las q visten de forma más sobria. Esta semana, un estudio
elaborado x investigadores de la Universidad de Princeton (EEUU) y publicado en
“Nature Human Rehaviour” ha mostrado q esa percepción sobre la capacidad
profesional de otra persona en función de cómo viste es creada x el
cerebro en cuestión de milisegundos. Además, sus resultados sugieren q es muy
difícil evitar este sesgo
Los
investigadores realizaron nueve estudios en los q varios voluntarios tuvieron q
estimar la competencia profesional de varias personas cuya cara aparecía en una
fotografía, y en cuyo cuello se veía la parte superior de una prenda de ropa,
como una camisa, una camiseta, un jersey o una corbata. De esta forma, se
observó q aquellas vestimentas q parecen más caras se vinculan
automáticamente con personas más competentes
Según
han sugerido los autores, esto implica q las personas con menor nivel
adquisitivo tenderán a ser percibidas como más incompetentes, solo con un
vistazo a su vestimenta
Para
obtener estas conclusiones, los investigadores le pidieron a un grupo de
personas q juzgasen el nivel de pobreza y riqueza asociado con ciertas
vestimentas. Después las combinaron con varias imágenes de caras de personas
blancas y negras. A continuación, se llevaron a cabo nueve estudios distintos
A
pesar de todos estos cambios, los resultados se mantuvieron: las caras fueron
juzgadas como más competentes si la ropa q llevaban era vista como más
lujosa. No importa q a los voluntarios se les pidiera ignorar la ropa o
se les diera datos sobre la riqueza de las personas de las fotografías. Todos
estos resultados se reprodujeron tanto si se miraba los rostros durante décimas
de segundo como un segundo entero
X
eso, los autores han señalado la necesidad de investigar cómo trascender
las primeras impresiones: “Saber q existe un sesgo es normalmente un buen
primer paso”, ha dicho Shafir. Además, este investigador ha sugerido q los
empleadores y reclutadores tengan a su disposición más datos para suplir
entrevistas presenciales. Shafir también cree q su investigación “es un
argumento excelente en favor de los uniformes escolares”