Aquella tarde de sábado, en el Estadio
de Montjuic, nació el mayor espectáculo del mundo moderno y murió una
época. Fue un parto programado cinco años antes y a él Barcelona acudió alegre,
orgullosa, serena y preparada. La muerte también estaba prevista y,
además, era deseada: había q matar ante los ojos del mundo el tiempo
histórico del atraso, la idea del país incapaz, amante sólo de la siesta. Y así
fue como nacieron, en un mismo acto, los Juegos Olímpicos de 1992
La inauguración de los Juegos de
la XXV Olimpiada, el 25 de julio de 1992, congregó en el estadio a 90.000
personas (63.000 espectadores) y de su seguridad velaron unos 11.000
agentes, El espectáculo lo vieron x televisión unos 3.500 millones de
espectadores de todo el mundo, lo q la convirtió durante años en la mayor
retransmisión televisiva habida nunca
Josep Carreras, Plácido Domingo,
Alfredo Klaus, Montserrat Caballé, Victoria de los Ángeles, Teresa Berganza,
Cristina Hoyos y el grupo “La Fura dels Baus” actuaron en aquel espectáculo
de tres horas y diez minutos. A las diez en punto de la noche, el Rey Juan
Carlos declaró inaugurados los Juegos, a lo q siguió unos leves silbidos
apagados x los aplausos mayoritarios de los espectadores
Barcelona, q en los cinco años
anteriores se había convertido en el municipio de Europa con mayor volumen
de obra pública con una inversión de un billón de pesetas, había preparado los
Juegos con un sistema de gestión basado en un claro reparto de cartas: los de
las obras se dedicaban a las obras y los de los Juegos, a los Juegos
Aquel 25 de julio, los responsables de
la organización afrontaron la jornada inaugural “con la seguridad q
da saber q estás preparado para el examen, de q has estudiado, y q es muy
difícil q te pillen”. Había miedo escénico, pero mucha seguridad. Y es q la
cosa empezó bien. En el comienzo de unos Juegos es muy importante q pasa a la
llegada a la ciudad. Y todo funcionó: llegaron en buen estado las canoas, los
remos, las bicicletas. Y cuando llegaron los deportistas, alguien les esperaba,
nadie se perdió
En la ceremonia de inauguración, un
arquero lanzó una flecha sobre un inmenso pebetero y así encendió la llama
olímpica en el Estadio. Fue un espectáculo mágico q dejó boquiabiertos a
los presentes en el coliseo y a millones de personas en todo el mundo
Esa noche un grupo de periodistas
preguntó en un pasillo a un directivo cómo se hubiera encendido la llama
olímpica si hubiera fallado el arquero. Detrás del pebetero había un tío con un
mechero para encender la llama, les respondió entre risas. Pasados veinte años,
se enteraron de q ese día les habían contado, entre carcajadas, uno de los
secretos mejor guardados de la ceremonia