¿Para
q sirven unas vacaciones de Navidad? Muchos dirán q para descansar, otros q
para ver a la familia y unos cuantos solo verán el momento de disfrutar de
enormes comilonas regadas de buenos caldos. Sin embargo, José Manuel López
Nicolás ocupó su tiempo en reflexionar acerca de la ciencia q esconden las
pequeñas cosas. Este catedrático en Bioquímica y Biología Molecular x la
Universidad de Murcia (así como responsable del famoso blog de ciencia “Scientia”)
ideó durante una estancia de diez días en su “pequeño rincón del Mediterráneo”,
Dehesa de Campoamor, el germen de “Un científico en el Supermercado” (Planeta,
2019)
Utilizando
como hilo argumental aquellas vacaciones y conversaciones con su hija, con su
abuela o incluso con un gato callejero, López Nicolás introduce temas tan
dispares como las matemáticas detrás del flamenco, la óptica tras de
la visión de los toros de lidia o la farmacología q esconde la melena
rubia de Donald Trump. Una excusa perfecta para comprender mejor la dinámica
del mundo q nos rodea de forma amena y sencilla. Aquí algunos ejemplos
La
melena rubia de Trump: La finasterida es uno de los fármacos más
conocidos para luchar contra la calvicie y es el “truco” detrás de la cabellera
rubia de Donald Trump. Su funcionamiento es “simple”: bloquea una
enzima q transforma la hormona testosterona en otro metabolito q activa la
calvicie. “Su uso es controvertido x la posible aparición de efectos
secundarios relacionados con la disminución del apetito sexual y
con trastornos de erección y la eyaculación. Pero estos no están nada
claros, ya q quizá se deban a la edad y no al fármaco”
No
es el único remedio q la farmacología ofrece contra la temida caída del pelo:
el minoxidil, q originalmente se utilizaba contra la hipertensión, mostró
q también podía estimular el crecimiento del cabello, pero en forma de loción
para no alterar la tensión arterial. Recientemente también se están probando
tratamientos con plasma rico en plaquetas o la inyección de
células madre, “aunque aún no hay pruebas científicas suficientes q avalen su
eficacia”
Las matemáticas detrás del flamenco: Aunque
se conoce desde hace mucho la relación entre la música y las matemáticas,
existe una parte y determinados estilos en los q es más difícil “meter mano” a
los patrones. Es el caso del flamenco. Para encontrar las repeticiones y los
números detrás del cante, el toque y el baile, el catedrático en Matemáticas
Aplicadas de la Universidad de Sevilla José Miguel Díaz-Báñez creó
el proyecto “Cofla”, la mezcla entre
computación y flamenco y cómo los algoritmos, la psicología, el procesamiento
de señales de audio y, x supuesto, los números, pueden “ser útiles para la docencia,
divulgación y conservación del arte flamenco”, explica López Nicolás
Y no fue el único, ya q la cantaora y
científica Rocío Márquez Limón escribió su tesis sobre resonancia
cinemática en base a su pasión: el cante. Así, descubrió q el cuerpo de un
cantaor define la forma en la q canta flamenco, lo q explica q se pueda
interpretar de tantas formas independientemente de las técnicas aprendidas. “Para
un buen funcionamiento del aparato vocal es fundamental una correcta
respiración y la consecuente activación de la faja abdominal”, cuenta el
divulgador. “Sin embargo, hasta q el aire no pasa x las cuerdas vocales y
resuena en la cabeza, no acaba de definirse el “color” del sonido”
El color con el q ven los toros de lidia:
Ríos de tinta han corrido sobre la visión del toro de lidia: hay quien
dice q no puede ver a tres metros de distancia, lo q supone q, si el torero se
coloca lo suficientemente cerca, no será visto x el animal. Sin embargo, un
estudio del investigador Matteo Lo Sapio afirma q la exclusión visual
en un toro cuatreño (de cuatro años) es de 40 centímetros, x lo q sí
distinguiría al diestro y el hecho de q no embistiera está más relacionado con
la sumisión del toro q con motivos visuales. Es decir, la visión de este animal
es reducida, pero si no ataca al torero no es xq no le pueda ver
X cierto, la leyenda urbana de q estos
animales solo responden al color rojo, es un mito: “El animal reacciona al
movimiento, no al color. Un toro ve en tonos verdes, azules y rojos, pero en
una tonalidad distinta a la q conocemos”, se especifica en el libro