Los
músculos esqueléticos comprenden fibras de dos tipos: de contracción
rápida (blancas), q permiten realizar grandes esfuerzos en muy poco
tiempo, pero q se fatigan rápidamente; y las de contracción lenta (rojas),
q aguantan mejor las actividades menos exigentes, pero continuadas en el
tiempo, ya q son más resistentes a la fatiga. Los investigadores se dieron
cuenta de q la proteína α-actinina-3, q se encuentra solo en las fibras de
contracción rápida, está ausente en casi el 20% de los seres humanos
actuales (casi 1.500 millones de personas) debido a una mutación en el gen
q la codifica. Y la falta de esta proteína les hace más resistentes al frío
“El
estudio sugiere q las personas q carecen de α-actinina-3 son mejores para mantener
el calor corporal y, en términos de energía, para soportar un clima
más duro, pero no ha habido ninguna evidencia experimental directa de esto
antes”, dice Håkan Westerblad, profesor de tecnología celular fisiología
muscular en el Departamento de Fisiología y Farmacología del Instituto
Karolinska y autor principal del estudio. “Ahora podemos demostrar q la pérdida
de esta proteína da una mayor resistencia al frío y también hemos encontrado un
posible mecanismo para esto”
Para
el estudio, se pidió a 42 hombres de entre 18 y 40 años q se
sentaran en agua fría (14 ° C) hasta q su temperatura corporal
descendiera a 35,5 ° C. Durante la inmersión en agua fría, los
investigadores midieron la actividad eléctrica muscular con electromiografía
(EMG) y tomaron biopsias musculares para estudiar el contenido de proteínas y
la composición del tipo de fibra
Los
resultados mostraron q el músculo de las personas q carecen de α-actinina-3
contiene una mayor proporción de fibras de contracción lenta y q, al
enfriarse, pudieron mantener su temperatura corporal de forma más eficiente.
Así, en lugar de activar las fibras de contracción rápida, lo q provoca un
estremecimiento (o los conocidos escalofríos, q ayudan a mantener el calor al
hacer trabajar al músculo), aumentaron la activación de las fibras de
contracción lenta q producen calor al aumentar la contracción (el tono
muscular) de la línea de base. Es decir, parecían conservar el calor no al
temblar, sino al tensar los músculos, aumentando temporalmente el tono
muscular
“La
mutación probablemente dio una ventaja evolutiva durante la migración
a un clima más frío, pero en la sociedad moderna actual esta capacidad de
ahorro de energía podría aumentar el riesgo de enfermedades de la
opulencia (como la obesidad y la hipertensión), q es algo a lo q ahora
queremos dirigir nuestra atención”, afirma Westerblad. En concreto, esta
estrategia pudo ser de ayuda cuando los humanos migraron desde
África a otros lugares con climas más fríos
El
equipo también investigó acerca de cómo la falta de α-actinina-3 afecta la
respuesta del cuerpo al ejercicio físico. “Las personas q carecen de
α-actinina-3 tienen menos éxito en deportes q requieren fuerza y
explosividad, mientras q se ha observado una tendencia hacia una mayor
capacidad en estas personas en deportes de resistencia», explica