miércoles, 13 de noviembre de 2019

LaS SeÑaLeS De aLGuNaS PLaNTaS…



"La incesante batalla evolutiva entre los organismos y sus enemigos naturales ha sido comparada con la situación de la Reina Roja en A través del espejo y lo q Alicia encontró allí, de Lewis Carroll. En la historia, Alicia se dio cuenta de q aunque corriera tan rápido como podía, en el mundo del espejo esto no la llevaba a ninguna parte. La Reina Roja le explica a Alicia: “Sabes, aquí hace falta correr a cuanto puedas para permanecer en el mismo sitio”. En la biología evolutiva, la hipótesis de la Reina Roja es la idea de q la guerra armamentista entre los organismos y sus enemigos naturales significa q ambas partes deben evolucionar continuamente solo para evitar la extinción". Esta guerra ha contribuido a escribir páginas gloriosas de la gastronomía

El profesor de Ecología Evolutiva de la Universidad de Edimburgo Jonathan Silvertown, describe en este pasaje de su último libro, “Cenando con Darwin” (Crítica, 2019), la eterna lucha de las plantas x sobrevivir en un mundo hambriento q las asedia. En su caso, la innovación es fabricar veneno para evitar q se las coman; en el de los animales, el objetivo es desarrollar maneras de comérselas a pesar de las defensas. Los seres humanos hemos ido más lejos: no solo damos cuenta de más plantas q nunca, sino q enriquecemos nuestra cocina con el sabor de estas sustancias tóxicas

"Si hay alcaparras, rábanos, brócoli, col, berros o rúcula en el menú, o algún condimento como mostaza, wasabi o rábano picante en la mesa, entonces tu comida goza de los beneficios de una innovación clave en la guerra química entre las plantas y sus enemigos naturales", revela el delicioso libro de Silvertown cuando habla de los glucosinolatos. Se trata de un veneno casi exclusivo de las plantas de la orden de las Brassicales, a la q pertenecen las crucíferas, y q es tóxico para numerosos insectos, nematodos, hongos y bacterias

El efecto venenoso de los glucosinolatos solo aparece cuando reacciona con una enzima q también está presente en estas plantas, a la espera de q se produzca una agresión. Cuando se mastican o se aplastan estos vegetales, la enzima es liberada y, al entrar en contacto con los glucosinolatos, libera isotiocianatos o aceites de mostaza. Estos son los responsables de los sabores amargos de las crucíferas, y también del picor de alimentos como la mostaza y el rábano picante. Además, tienen efectos supresores de tumores en mamíferos y son benéficos para la salud humana”, apunta el profesor

"Todas las hierbas y las especias tienen propiedades antimicrobianas”, casi lo mismo q gran parte de nuestros platos típicos incluyen, o podrían incluir, ajo y cebolla. Estos alimentos del género Allium, al q también pertenecen los puerros, el cebollino y otras 500 especies, se defienden de sus enemigos con una serie de compuestos q contienen azufre. Las sustancias tóxicas q podrían matar a un pequeño insecto son todo un reclamo para nosotros; el veneno confiere a estos alimentos los aromas y sabores sin los q nunca habríamos disfrutado de un sabroso y saludable sofrito

De nuevo, los compuestos sulfurados se forman en el momento de manipular los alimentos. En el caso del ajo, la aliina da lugar a la alicina cuando se corta o se machaca, momento en q se libera la enzima encargada de obrar la transformación. En el caso de la cebolla, hace falta una reacción más para q produzca el lagrimeo tan característico del bulbo. Así, en crudo, no resultan sustancias atractivas, pero trata de imaginar la gastronomía española sin ajo y cebolla... puedes agradecérsela a este veneno

Los característicos aromas de las plantas de la familia de la menta, como la albahaca, el tomillo, el orégano y el romero, son fruto de unas moléculas q se llaman monoterpenos. Distintas combinaciones de diferentes monoterpenos producen aromas notablemente personales, incluso dentro de la misma planta. "Cualquier vivero razonablemente surtido ofrecerá variedades de menta con aromas a limón, manzana, geranio, jengibre, menta piperita, hierbabuena, etc.", asegura el clarividente recorrido literario en el q Silvertown consigue q la evolución y la gastronomía se den la mano

Si bien los científicos tienen claro q todas las hierbas y especias tienen propiedades antimicrobianas, x q existe una enorme riqueza de olores en estas plantas aromáticas no es tan fácil de explicar. ¿X q no desarrollar una única molécula super potente q acabe con todos los enemigos? La razón es q exponer al ambiente pequeñas variaciones genéticas permite a las plantas enfrentarse a muchos enemigos distintos. Pero también sucede q el trabajo de la evolución es gradual, lo q conlleva la aparición de numerosos pasos intermedios. X ejemplo, el tomillo silvestre del sur de Francia aparece en seis formas distintas, y su aceite esencial está dominado x el alcanfor, igual q en España. En lo q respecta a la cocina, eso significa q el veneno de la menta es gloria en algunos postres, la hierbabuena le da un toque muy especial a ciertos potajes, marinar carne en tomillo y romero marca la diferencia en cuanto a la satisfacción de los comensales se refiere y siempre habrá un hueco para experimentar con los matices q estas plantas aportan a nuestros platos

X mucho q la ciencia pueda identificar más y más venenos q usamos para dar sabor a nuestros platos, hay una pregunta q no desaparece: "Desde el punto de vista evolutivo es intrigante q los químicos de las plantas q ahuyentan y envenenan a la mayoría de los animales tengan el efecto exactamente opuesto en nosotros", plantea Silvertown. No deja al lector con la pregunta en el aire. Los responsables son los receptores TRP, q producen un impulso nervioso como consecuencia de estímulos como el calor, el frío, la presión y ciertas sustancias químicas, q, en combinación con los receptores olfativos, dan a las hierbas y a las especias su sabor característico. La mostaza, el wasabi y el rábano picante, lo mismo q el ajo y el jengibre, x ejemplo, estimulan el TRPA1, q produce un cosquilleo característico. El tomillo y el orégano "golpean con fuerza el TRPA1 y suavemente el TRPV1", q detecta el calor. Y si hay un veneno q produce calor ese es la capsaicina, q hemos llevado al plato con los chiles del género Capsicum

La evolución no ha borrado la capsaicina del mapa xq protegía a las semillas de las plantas picantes de un hongo llamado Fusarium. Su ataque era más frecuente en los ambientes húmedos, ya q un insecto perforaba las simientes y abría un camino al hongo. La capsaicina también protege el futuro de estas plantas de otros hongos y de los roedores, pero es ineficaz contra el (para algunos) irresistible toque q su picante aporta a la comida. Aunque, bien mirado, es innegable q no somos inmunes a los efectos disuasorios de la capsaicina. "Si alguna vez has tocado una parte sensible de tu anatomía después de manejar chiles, sabrás q no solo los nociceptores [un tipo de células nerviosas q sienten el dolor] en la boca están equipados con receptores TRPV1. Esta también es la razón x la q la comida con chiles muy picantes quema tanto cuando entra como cuando sale de tu cuerpo", explica Silvertown

Las patatas no siempre han sido el alimento universal q conocemos hoy, una omnipresencia q debemos a su domesticación. Las patatas silvestres eran venenosas, y era necesario someterlas a una complicada elaboración para poder consumirlas sin riesgo. Aún hoy, en altitudes peruanas superiores a los 4.000 metros, crecen patatas q contienen glicoalcaloides q las convierten en tóxicas. Todavía se procesan con un método tradicional q requiere aprovechar las heladas nocturnas para congelarlas durante días, para luego sumergirlas en agua todo un mes, para "lavar" el veneno. "Después son liofilizadas durante una noche, luego pisoteadas para sacarles el agua y, finalmente, se tienden al sol de diez a quince días". Así se obtiene el chuño, q puede conservarse indefinidamente

Es mucho más sencillo deshacerse del veneno q aún producen las patatas q consumimos actualmente. Cuando el alimento se expone a la luz, el tubérculo produce los nocivos glicoalcaloides, q se concentran especialmente en la cáscara y las zonas limítrofes. Afortunadamente, es fácil saber si es posible q el proceso haya tenido lugar, ya q la piel de la patata produce clorofila en contacto con la luz. O sea, q es conveniente pelar concienzudamente las patatas q presentan una coloración verde. Respecto al sabor, baste decir q los glicoalcaloides son amargos, x lo q los aficionados a comer la patata con cáscara deberían desconfiar de sí mismos si perciben un inesperado toque amargo en sus platos; puede ser una señal de q no deben comerlos