Todas las
sondas q pretenden aterrizar en Marte han de realizar una tarea básica: frenar.
Frenar, primero para reducir su enorme velocidad de llegada y, al final, para
evitar estrellarse contra el suelo
El sistema
para conseguirlo es el mismo en todos los planetas q se han visitado hasta
ahora: zambullirse en la atmósfera y esperar a q la fricción vaya reduciendo la
velocidad de la sonda. Es una maniobra complicada. Un ángulo de entrada
excesivamente brusco, y el rozamiento será tan intenso q la cápsula quedará
incinerada en segundos, pero una trayectoria demasiado plana puede terminar en
un rebote sobre las capas altas de la atmósfera, q la envíe de nuevo
hacia el espacio. Generalmente, el margen entre uno y otro caso es sólo de unos
pocos grados
Todos los
vehículos de aterrizaje (sea en Marte, Venus, Titán o la propia Tierra) van
protegidos con un escudo térmico. El calor de la reentrada va erosionando sus
diferentes capas, q literalmente se subliman llevándose consigo la mayor parte
de la energía q lleva. En el caso de la “Schiaparelli”, cuya llegada está
prevista para dentro de unas horas, estamos hablando de una cápsula de casi
media tonelada lanzada a 21.000 kilómetros x hora
Cuando un “Apollo”
regresaba a la Tierra desde la Luna, iba al doble de esa velocidad. Para
cualquier observador, es como contemplar la caída de un meteoro incandescente. El
frenado atmosférico elimina la mayor parte de la energía de la sonda. Cuando la
atmósfera empieza a adquirir cierta consistencia, el escudo térmico se descarta
(para ahorrar peso) y se despliega el paracaídas principal (precedido, generalmente,
x otro, más pequeño q sirve para estabilizar la caída)
Diseñar un
paracaídas para Marte no es ninguna broma. Ha de abrirse a velocidades supersónicas
(1.700 kilómetros x hora, en el caso de la “Schiaparelli”) en menos de dos
segundos. El tirón q han de soportar sus cables es brutal. De hecho, para
desplegarlo se utiliza una carga explosiva q lo saque de su alojamiento con suficiente
rapidez
La atmósfera
de Marte es muy tenue. El paracaídas no puede frenar el descenso tanto como lo
haría en la tierra. X eso, suele descartarse a cosa de un kilómetro sobre el
suelo. A partir de ahí, el sistema de frenado final ya admite muchas variantes
Las primeras
sondas soviéticas dirigidas a Marte llevaban un paquete de cohetes de frenado
colgando bajo el paracaídas y de él pendía la cápsula. Esta se liberaba a unos
metros sobre el suelo y los motores de frenado, todavía en marcha, se llevaban
consigo el paracaídas. La cápsula caía a plomo sobre el suelo pero estaba
acolchada para resistir el impacto y, además, la gravedad marciana es sólo un
tercio de la terrestre. Así aterrizó el “Mars 3”, el primer vehículo q se
posó en Marte y llegó a transmitir 20 segundos de datos desde allí
Hace cuarenta
años, los “Viking” americanos utilizaron una técnica casi idéntica a la
del “Schiaparelli”: Una vez largado el paracaídas, tres grupos de motores se
disparaban para asegurar una toma de tierra suave. Los “Viking” iban
montados sobre un tren de aterrizaje de tres patas; “Schiaparelli” no:
Amortiguará el impacto contra el suelo mediante una estructura de aluminio
deformable, similar a los bloques antichoque q equipan a muchos automóviles
En 1997 se
envió a Marte el “Sojourner”, un diminuto vehículo con seis ruedas y limitada
autonomía q se convirtió en el primer aparato q rodó x el planeta rojo. Para
depositarle en el suelo se recurrió a un sistema novedoso: Envolverlo en
enormes airbags. Una vez descartado el paracaídas y un grupo de motores de frenado
auxiliares, el “Sojourner”, desde de su envoltura protectora, cayó al suelo y
fue botando como una pelota hasta detenerse. Los cojines de aire se
deshincharon y el cochecito bajó al suelo a través de unas rampas
El día de
Navidad de 2003 llegó a Marte la sonda británica “Beagle 2”. Esta no
utilizaba retrocohetes; simplemente un paracaídas y una enorme pelota hinchable
q debía protegerla del choque contra el suelo. El Beagle 2 aterrizó pero nunca
se recibieron señales de él. Su suerte fue un misterio durante doce años hasta
q se fotografió x una sonda orbital en noviembre de 2014. Aparentemente,
estaba intacto pero uno de sus paneles no se había abierto, lo cual le impidió
desplegar su antena para comunicarse con la Tierra
El mismo
sistema de airbags se utilizó en 2004 para depositar en Marte los dos vehículos “Spirit” y “Opportunity”. “Spirit” se
encalló en una trampa de arena en el 2010 pero “Opportunity” sigue
activo y ya lleva recorridos más de cuarenta kilómetros. No está mal para unos
aparatos diseñados para durar sólo tres meses
El último
explorador de la NASA es el “Curiosity”, en Marte desde 2012, sigue explorando
las laderas del Monte Sharp, en el centro del cráter Gale, q parece albergó un
antiguo lago. Con casi una tonelada de peso, no podían utilizarse airbags, así
q se diseñó un concepto nuevo: una grúa volante
La grúa era
una plataforma equipada con motores de frenado q llevó al “Curiosity” hasta
cosa de veinte metros sobre el suelo. Desde allí, el vehículo descendió colgado
de unos cables y con el tren de rodaje ya desplegado y en posición de marcha.
Hasta hoy, es el vehículo más pesado q se ha posado en Marte